martes, 7 de octubre de 2014

Impacto de los celulares en la juventud.

El celular ha dado un giro en cuanto a su funcionamiento. Primero concebido como un medio de comunicación complementario, ahora se ha vuelto más un dispositivo personal, un elemento de socialización. Algo de lo que es difícil desprenderse y algo que se trae consigo a todos lados, para poder ser alcanzado por los conocidos.
Al principio, eran los padres quienes ofrecían un teléfono celular a sus hijos. Era una forma de mantenerse en contacto en cualquier circunstancia y de estar comunicados ante alguna emergencia; facilitaba el localizarlos. Ahora, son los jóvenes e incluso los niños quienes solicitan un celular. Es la forma de comunicarse con sus padres, amigos, entre otros. La facilidad que representa el celular es proporcional a la movilidad del adolescente, que va de un lugar a otro. No solo a la escuela o a la universidad, sino también a reuniones y fiestas. Andar con un dispositivo en el bolsillo al cual cualquiera te pueda llamar o escribir hace de este mundo globalizado lo que hoy es: una gran interconexión entre las personas.
Llamar a alguien es mucho más fácil hoy en día, sobre todo con los jóvenes que pasan la mayor parte del día afuera. Y cuando estos se encuentran en clases o algún evento en que no puedan contestar la llamada, el envío de mensajes de texto al celular lo simplifica todo. Este fue un gran invento del nuevo milenio, ya que en los 90’s solo se podía realizar llamadas. Estas se reducieron al presentarse la facilidad de tan solo enviar un mensaje.
Ahora los teléfonos celulares han avanzado gracias a la magia de la tecnología. No solo poseen los privilegios de las llamadas y mensajerías de texto, sino que ahora también uno puede conectarse a internet desde el celular. Esto incrementa aún más la comunicación, ya que conectarse y comunicarse mediante el Facebook o Twitter es muy común hoy en día. El celular ha desplazado el uso de computadoras, de relojes de pulsera, de despertadores, de la radio, de las cámaras fotográficas, e incluso de los libros, al poseer jueguitos para matar el tiempo. Todo lo demás anteriormente mencionado ahora es incluido en un celular moderno.
En general, se ha expandido por todos los sectores sociales. Hay familias que incluso consideran más económico poseer solo teléfonos celulares y ya no teléfono fijo. Las empresas ahora proveen a sus empleados de teléfonos para mejorar la comunicación y organización entre ellos.
Personalmente, cada vez que salgo de casa sin mi celular siento una entre dos cosas: o alivio de por fin pasar “tiempo a solas”, es decir, sin estar al alcance de todo el mundo, o ansiedad por saber quién me podría estar llamando o qué importante noticia me estoy perdiendo. Creo que la mayoría se siente así.
No obstante, sí resulta un impedimento en algunos aspectos para los jóvenes. Ahora es más una distracción durante horas de clase, ya que incluso en estas se escribe continuamente a los amigos o se chequean páginas de internet. Es también como un identificador de estatus social, debido a que según el modelo del teléfono y cuán moderno es se puede reconocer la economía familiar. Interrumpe momentos de importancia o seriedad con su constante timbrar o vibrar. Te vuelve dependiente y te resulta una tentación a distraerte mientras estudias, así como mientras manejas; esto último puede generar un accidente grave. Por otro lado, ahora mientras conversas con una persona cara a cara es común que alguno saque su celular y empiece a escribir, dejando de prestar atención a lo que el otro dice. Así no se ven solo individualmente, es decir afectándose a sí mismo, sino también a la otra persona. También es utilizado para pasarle a algún compañero las respuestas en un examen, lo cual es deshonesto.
Las relaciones personales a la vez se incrementan y se disminuyen. Porque la comunicación vía celular se facilita pero la comunicación cara a cara se reduce. Habría que pensar si esto, aunque es un avance tecnológico, no es también un retroceso. Pero la realidad es que no nos queda otra que seguir la corriente, ya que ir contra ella nos retrocedería a nosotros mismos.

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